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lunes, 28 de junio de 2010

La radicalización del sufragismo: el caso británico


El movimiento sufragista británico se dividió en dos tendencias: una moderada y otra radical, partidaria de la acción directa.

Millicent Garret Fawcet (1847-1929) encabezó a las sufragistas moderadas que se agruparon en la Unión Nacional de Sociedades de Sufragio Femenino (National Union of Women's Suffrage Societies). En 1914, esta asociación llegó a contar con más de 100.000 miembros, y centraba su labor en la propaganda política, convocando mítines y campañas de persuasión siguiendo siempre una estrategia de orden y legalidad.

“Quizás la sutil violencia utilizada por las sufragistas trataba de disminuir nuestro orgullo de sexo; íbamos a enseñarle al mundo como conseguir reformas sin violencia, sin matar gente y volar edificios, o sin hacer las otras cosas estúpidas que los hombres han hecho cuando han querido alterar las leyes (...) Nosotras queríamos mostrar que podíamos avanzar o conseguir la libertad humana a la que aspiramos sin utilizar violencia alguna. Hemos sido decepcionadas en esta ambición pero todavía podemos dar a nuestras almas el consuelo de que la violencia registrada no ha sido formidable y de que las más fieras de las sufragistas están más preparadas para sufrir daño que para infligirlo”.

Millicent Garret Fawcett
(1912)
en BELL,S.C. & OFFEN,K. M.
Women, the Family and Freedom. The Debate in documents
Stanford, 1983

La ausencia de resultados de la estrategia moderada hizo que a principios de siglo Emmeline Pankhurst (1858-1928) creara la Unión Social y Política de las Mujeres (Women’s Social and Political Union). Sus miembros eran conocidas como las “suffragettes”.

Mientras en el Parlamento se discutía las reformas legislativas que permitieran el acceso del voto a la mujer, la WSPU, además de los tradicionales medios de propaganda como los mítines y las manifestaciones, recurrió a tácticas violentas como el sabotaje, el incendio de comercios y establecimientos públicos, o a las agresiones a los domicilios privados de destacados políticos y miembros del Parlamento.

“Nos tiene sin cuidado vuestras leyes, caballeros, nosotras situamos la libertad y la dignidad de la mujer por encima de toda esas consideraciones, y vamos a continuar esa guerra como lo hicimos en el pasado; pero no seremos responsables de la propiedad que sacrifiquemos, o del perjuicio que la propiedad sufra como resultado. De todo ello será culpable el Gobierno que, a pesar de admitir que nuestras peticiones son justas, se niega a satisfacerlas”

Emmeline Pankhurst
Mi propia historia (1914)
Citado en MARTÍN GAMERO, A.:
Antología del feminismo
Madrid, 1975

A la creciente represión gubernamental, las “suffragettes” respondieron con huelgas de hambre en la cárcel a las que la administración respondió con la brutal alimentación forzada.

La respuesta del gobierno a las protestas contra esta cruel práctica fue realmente original. El parlamento aprobó la conocida como “Ley del Gato y el Ratón” por la cual las mujeres, es decir, los “ratones”, serían liberadas por las autoridades, el “gato”, cuando su estado físico fuera preocupante. Sin embargo, una vez recuperadas físicamente volvían a ser detenidas y encarceladas.

Antes de la guerra mundial, la virulencia de la protesta sufragista hizo que los partidos políticos comenzasen a reconsiderar su actitud ante el voto femenino.

Candidata liberal en la campaña electoral de 1918

La primera guerra mundial marcó una tregua en las demandas sufragistas, y tras el conflicto, en el que las mujeres acumularon méritos como la mano de obra que permitió el funcionamiento de la economía, el sufragio femenino tuvo que ser finalmente reconocido.

En 1918, una nueva ley electoral permitió las británicas de más de 30 años obtuvieron el derecho de voto. Diez años después, en 1928, una nueva ley, la "Equal Franchise Act", hizo que, por fin, todas las mujeres mayores de edad alcanzaron el anhelado derecho de sufragio.

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